Uno de los episodios más
desesperantes para los padres es sin duda, si el bebé desarrolla
cólicos del lactante. Lo primero que debemos saber es identificarlos
bien para no confundirlos con otro tipo de molestias como frío,
calor, hambre, sueño, un pañal sucio o que se ha movido o
simplemente soledad. Cuando hemos descartado esto debemos observar si
presenta alguna de las siguientes características:
- Suelen ser más habituales entre los 0 y 4 meses, aunque
puede presentarse durante más tiempo.
- Llanto sin motivo aparente de larga duración, varias horas,
que no podemos calmar o hacer que desaparezca.
- Son más frecuentes a última hora de la tarde o por la
noche, incluso es posible que se despierte de madrugada.
- El bebé se retuerce de dolor y la tripa se le pone dura por
los gases acumulados.
- Los bebés parecen siempre enfadados, irritados, lloran sin
consuelo y muchas veces el llanto se transforma en grito.
Las causas no están claras
todavía, puesto que no ha podido demostrarse científicamente, pero
parece que está relacionado con problemas gastrointestinales como la
acumulación de gases. Estos problemas pueden ser debidos a la
inmadurez general del sistema digestivo de nuestro bebé, lo que
podría desembocar en una intolerancia a la lactosa.
También se cree que es posible que
sea una consecuencia de la adaptación al nuevo medio en el que se
desenvuelven ahora los bebés, acostumbrados a un entorno más
protegido, sin cambios de luz, sin ruidos, sin cambios de
temperatura... y sea su forma de mostrar su descontento y su manera
de buscar consuelo.
Por último, se baraja que sea una
cuestión simplemente del carácter propio de cada bebé y de la
forma que tienen de poner de manifiesto su malestar, unos con cogerle
un poco ya se sienten satisfechos y otros no pararán bajo ningún
concepto.
De todas formas existen una serie de
trucos que se pueden aplicar para intentar mitigar su
molestia:
- Muchas familias encuentran alivio cuando al bebé, siempre por indicación del pediatra, se le retiran de la dieta todos los productos lácteos y sus derivados, así como otros que pudieran provocar una digestión complicada. Si ya está en época de tomar biberones, hay que tener en cuenta que existen preparados de leche en polvo para bebé sin lactosa.
- Reducir la cantidad de ruido ambiental así como estímulos visuales, luces, televisión... buscando la tranquilidad y la comodidad. La mejor forma de pasar el episodio es consiguiendo que se duerma.
- Dar paseos con el bebé en brazos mientras se canturrea con suavidad una canción conocida para el bebé también ayudará. Muchas veces los gases molestan porque se quedan alojados en cierta parte del intestino. El suave balanceo al andar o acunarlo en una mecedora ayudan a que se mueva y desaparezca el dolor, facilitando su expulsión.
- Coger al bebé en brazos apoyando su barriga contra nuestro brazo aplicando una ligera presión también suele ayudar.
- Aunque es fácil de decir, es muy importante mantener la
calma a pesar de que es normal que tu nivel de estrés vaya
aumentando conforme pasan las horas. Ten en cuenta que se pierdes el
control, tu hijo también lo notará empeorando su situación y
provocando mayor tensión, un círculo vicioso muy desagradable.
Para mitigar esto es interesante poder contar con alguien que pueda
hacernos el relevo, tranquilizándonos para poder volver a cuidar
del bebé con nuevas energías.
Hay que tener muy presente que es una
fase pasajera, no durará para siempre a pesar de lo que puedas estar
pensando mientras lo padeces. Esto te ayudará a no estar tan
nervioso asumiendo que es perfectamente normal, sin perjuicios para
la salud del bebé y transitorio. Mucho ánimo!
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