Es normal que después del
parto, debido a los cambios hormonales y fisiológicos que supone el
dar a luz, tengas cambios repentinos en el estado de ánimo, lo que
hay que evitar es que ese cambio en tu cuerpo no provoque una
depresión postparto
Puede
que nos parezca algo del todo imposible el sentirse así después de
la ilusión que tienes durante los nueve meses de gestación, pero
recuerda que es una respuesta de tu cuerpo y que no puedes
controlarla.
Lo
primero que debemos hacer es tener una cierta preparación para el
parto acudiendo a cursos de apoyo y de preparación al parto lo que
ayudará a autodiagnosticar tu estado de ánimo y a sentirse arropada
por una comunidad que está pasando por las mismas fases que tú,
conociendo los cambios que se producen en tu cuerpo y las posibles
reacciones.
Una vez
que tu hijo ya ha nacido es muy importante que descanses todo lo
posible porque es bien sabido que cualquier persona puede verse
seriamente afectada psicológicamente hablando, ante la privación
del sueño. Para ello descansa cuando el bebé esté durmiendo, al
principio será la única forma de dormir. Si ves que ya no puedes
más no lo dudes y pide ayuda en tu entorno. Tu hijo agradecerá que
estés descansada. Es más, si das el pecho, tu leche será de mayor
calidad y tendrás más cantidad.
También
debes cuidar la alimentación, no sólo para dormir mejor, ni para
que la leche sea mejor para tu bebé, sino que físicamente,
recuperarás la forma antes, lo que sin duda te hará sentir mejor
física y psicológicamente.
De
nuevo puedes acudir a los grupos de apoyo, en este caso de apoyo a la
lactancia, que muchas veces son continuación del grupo de
preparación al parto. Encontrarte en un entorno familiar y
protegido, pudiendo resolver todas tus inquietudes, te hará sentirte
más segura lo que reforzará tu estado de optimismo y de seguridad
en que lo que estás haciendo está todo bien y lo que no, pronto lo
solucionarás.
Hay que
tener en cuenta de que, sobre todo al principio, es prácticamente
imposible llegar a todo. Para evitar sentirte agobiada ante esa
sensación de no tener todo bajo control, debes establecer
prioridades, facilitándote objetivos secundarios de sencilla
ejecución, obteniendo buenos resultados y la sensación de
recompensa. Los objetivos más importantes que debes tener siempre en
mente son el bienestar de tu bebé sin olvidar el tuyo, lo demás
puede esperar.
Debemos
reservar un tiempo para el relax de la madre, que desconecte y haga
las actividades a las que siempre le ha gustado dedicar su tiempo.
Dedicar este tiempo ayuda a conectar con nuestra anterior vida, lo
que nos conduce a recordar quienes somos realmente ante tantos
cambios. A veces hay tanta diferencia con nuestra anterior vida que
podemos olvidar en parte quiénes somos, lo que puede provocar sin
duda pequeñas crisis.
Es muy
conveniente hacer ejercicio, siempre aeróbico, muy suave, con el
objetivo simplemente de desconectar y de dejar que nuestro cuerpo
libere las beneficiosas endorfinas que ayudarán a equilibrar tu
mente. Nada de pretender quemar grasas ni de recuperar a marchas
forzadas la figura que teníamos antes del embarazo.
No
tenemos que hacerlo todo nosotros, podemos pedir ayuda, de hecho es
muy recomendable delegar y permitir que ciertas funciones las
realicen familiares o amigos. Lo mejor es que estas personas se
ocupen del bebé y tu hagas otros recados que tengas pendientes
mientras tanto. Esto te ayudará a desconectar más.
Olvídate
de ser perfeccionista, es casi imposible hacerlo todo uno mismo y
bien, a la primera. Es normal, tenemos que aprender a ser padres y
por ello cometeremos errores, es inevitable e irreal pensar que lo
podemos hacer perfecto. Lo que hay que tener en mente es que los
errores sean lo más pequeños posibles, pero teniendo en cuenta que
equivocarnos nos vamos a equivocar seguro. Si pensamos que este
proceso es el habitual y que todos los padres pasan por él,
evitaremos muchos problemas psicológicos.
Por
último, no debes culpabilizarte si en ese momento, por la razón que
sea, no te sientes plenamente feliz, no hay que pensar que es la
mejor etapa de tu vida, ¿quién ha dicho que tenga que ser así?
Comprobarás que tener un hijo es muy duro y requiere de un tiempo de
adaptación a la nueva situación, sobre todo al principio por
diversos motivos, como el que requiere mucha más atención que
durante el resto de su vida, lo que puede provocar mucha tensión, y
esto es muy natural, no pasa nada si nos irrita, lo importante es
sobreponerse. Por ello es muy reconfortante verificar que lo mejor
está aún por llegar, no debes tener prisa por aprovechar el tiempo
con él, tenéis toda una vida para disfrutar el uno del otro.
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