Los
bebés suelen empezar a mostrar sus primeras rabietas a los 2 años
Entre
los 2 y 3 años nuestro bebé puede comenzar a tener cambios de humor
repentinos, desobedecer, chillar porque no consigue lo que quiere, lo
que se conoce como una rabieta. Cuando aparecen suelen mostrarse muy
distantes, poco comunicativos, sin capacidad de razonamiento ni
autocontrol. Esto suele desesperar a los padres, como es lógico,
puesto que aparentemente no pueden hacer nada para calmarlo, siendo
la única escapatoria, transigir dejando que consiga lo que quería.
Esto no debemos hacerlo nunca, debemos ser firmes con nuestras
decisiones, sin que ello signifique ser intransigentes, al contrario,
debemos mantenernos negociantes, conciliadores y serenos, pero sin
cambiar nuestra decisión.
Es
difícil mantener la calma, especialmente en lugares públicos. En
ocasiones podrás pensar que precisamente cuando estamos en estos
espacios es cuando peor se portan, y efectivamente, saben que ahí
tienen más poder, por ello es donde debemos mostrarnos más firmes y
convincentes sin importar las miradas de los demás.
Las
rabietas, en contra de las creencia popular, son necesarias (en su
justa medida) para el desarrollo de nuestros hijos, pues es cuando
empiezan a comprender que son seres independientes de nosotros y que
nuestras decisiones no tienen por qué ser las que ellos quieren. Es
por tanto, un mecanismo para demostrar que están disgustados y que
efectivamente pueden hacer cosas diferentes a lo que nosotros
queremos, que disponen de la capacidad de decidir si lo que nosotros
queremos se tiene que cumplir o no.
El
objetivo, una vez que ha descubierto esta capacidad, es que
comprendan que hay mejores formas de demostrar su disgusto y que en
ocasiones, tendrán que hacer algo que no desean, forma parte de ir
madurando.
Un
paso muy importante para que las rabietas se encaucen, sean
productivas y disminuya su frecuencia, es la actitud que los padres
tenemos ante ellas. Debemos mantener la calma y estar serenos, no
demostrar que nos puede hacer explotar en cualquier momento, porque
le dará más fuerza y se podría convertir en un problema. No hay
que recurrir ni a los gritos, ni al chantaje ni a ridiculizarle. Es
fundamental que el niño perciba que aunque su comportamiento en ese
momento no nos agrada, les seguimos queriendo tal y como es.
Tenemos
que evitar en la medida de lo posible usar el “no”, especialmente
el “no” sin argumentos, no es lo mismo “No toques!” que
“Cuidado, que si tocas eso podrías hacerte daño”. De esta forma
el niño puede entender que no es no porque sí, es un no porque
tenemos miedo de que se haga daño. De todas formas, a veces, es
necesario, permitir que investiguen, que se den cuenta por ellos
mismos del riesgo que puede tener una determinada acción que
prohibirla de entrada, puesto que aprenderá más para el futuro de
algo que ha aprendido él que de algo que le han prohibido y que
precisamente por eso, siempre tendrá más ganas de hacer.
Hay
que hacerle ver que le comprendemos, que entendemos su punto de
vista, sin que ello signifique cambiar de postura. De esta forma,
transformamos una rabieta sin control en una charla con distintos
puntos de vista. No hay que insistir demasiado en los motivos de
nuestra decisión, con una vez es suficiente, aunque seguramente
ellos seguirán esgrimiendo los mismo argumentos. Llegado a ese
punto, debemos acompañarle mientras se va calmando, sin enfadarnos,
sin gritar y estando disponibles para cualquier contacto físico,
muestra evidente de que quieren calmarse pero no saben cómo hacerlo.
Igual
de importante que superar la rabieta es el momento post-rabieta,
donde se mostrará más dialogante y podremos comprender mejor qué
ocurrió para que se pusiera así, dándole alternativas de
comportamiento y explicando nuestro punto de vista.
Como
consejos finales debemos tener mucha paciencia, saber escuchar,
intentar ponernos en su lugar, facilitarles su independencia y tener
en cuenta sus sentimientos.
Para
ayudar a mantenernos serenos debemos recordar que esta etapa es
siempre pasajera, mientras el niño madura y adquiere otras
herramientas más constructivas. Ánimo!
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