La bronquiolitis es una
enfermedad viral que se encuentra sobre todo en invierno
Durante los 2 primeros años de vida hay más riesgo de que su bebé
contraiga la enfermedad, que está ocasionada por un virus y se
presenta con mayor frecuencia durante los meses más fríos del año.
De hecho, es la enfermedad del trato respiratorio más común para
los bebés en ésta etapa.
Se
transmite de dos formas, bien por contacto directo con las
secreciones nasales o a través de la saliva en gotitas transmitidas
en el aire.
Además
del tratamiento médico que le dará su pediatra para combatir ésta
enfermedad, existen otras terapias que pueden ayudar a que la
bronquiolitis remita antes y con síntomas menos graves. Una de ellas
es la fisioterapia respiratoria cuyo objetivo será evacuar las
secreciones, contribuyendo de esta forma a reducir la obstrucción de
las vías aéreas y favoreciendo el trabajo ventilatorio.
Lo
que se persigue es mover los “mocos” desde los bronquiolos más
alejados del pulmón hasta la tráquea para poder expulsarlos por la
boca.
Este
tratamiento es conveniente realizarlo lo antes posible para aumentar
su eficacia puesto que cuando se agrava es mas difícil mover esa
mucosidad porque se va haciendo más espesa. De esta forma se
consigue una rápida recuperación del aparato respiratorio del bebé,
evitando posibles secuelas.
Las
técnicas varían en función de la edad del bebé y de la presencia
de posibles broncoespamos de la musculatura respiratoria (en la
auscultación se escuchan silbidos) o acumulo de secreciones (se
escuchan crujidos). Las técnicas son inocuas para el bebé no
obstante, es normal que llore durante la sesión, de hecho, en
ocasiones se busca esto mismo para que se favorezca la evacuación
del moco acumulado en las zonas más profundas.
Consejos
en casa
-Vigilas signos de empeoramiento.
-Administrar líquidos, la hidratación es muy importante pues
favorece la fluidificación de las secreciones.
-Tomar la temperatura para comprobar si tiene fiebre.
-Comidas pausadas y con descansos para mejorar la respiración. De lo
contrario, podría rechazar la ingesta de alimentos lo que podría
provocar otros problemas.
-No acudir a la guarderia hasta la desapareción completa de la
enfermedad.
-Realizar lavados nasales con suero fisiológico y aspiración
siempre suave de las secreciones nasales. Es normal que presente
rechazo a realizar esta operación.
-Evitar arropar en exceso, pues podría favorecer la aparición de
fiebre.
-En la cuna debe mantenerse tumbado boca arriba con el tronco
incorporado, casi sentado.
-No fumar en la casa.
-Temperatura entre 18ºC y 20ºC con buena ventilación evitando las
corrientes de aire.
-Humedad relativa entre 20% y 50%. Si usa humidificadores encencerlo
30 minutos antes de ocupar la habitación y apagarlo al entrar, sin
abusar, pues aumentan la secreción excesiva y por lo tanto, la
obstrucción de las vías respiratorias.
Un buen desayuno es clave
para que pueda afrontar el día con energía
Como
siempre se dice, el desayuno es la comida más importante del día y
en el caso de los bebés o niños, más aún, pues además de
aportarles los nutrientes necesarios para su correcto crecimiento
físico e intelectual, les proporciona, como mínimo, el 25% del
aporte calórico del día. Desayunando, nos aseguramos que dispongan
de la suficiente energía para llegar hasta la hora de la comida, o
al menos hasta el almuerzo (recomendamos 5 comidas al día, desayuno,
almuerzo, comida, merienda y cena). Por ello es tan recomendable
inculcar este hábito desde la más tierna infancia, que muchas veces
pasará por inculcarnoslo a nosotros mismos, ya que una buena forma
de enseñar siempre es con el ejemplo.
A
partir del año es el momento de incorporar en la alimentación de
nuestro bebe lácteos, frutas y cereales, los cuales deben estar
presentes a diario. Un ejemplo típico es combinar un lácteo (leche,
yogur adaptado, queso fresco...) con un farináceo (cerales, pan,
bizcocho casero...) y fruta (en zumo recién exprimido o media pieza
de fruta en trocitos).
Cuando
ya se haya acostumbrado a este tipo de desayuno en todas sus
variantes, puedes incluir además cacao, aceite de oliva, mermelada y
embutido bajo en grasa. Es importante no introducir estos cambios
hasta que no esté acostumbrado al desayuno tradicional puesto que
podría preferir estos extras al desayuno tradicional, derivando en
un desayuno que ya no es completo y estará desequilibrado.
Si
algún día no le apatece, no le fuerces, nunca hay que forzar cuando
estamos hablando de dar de comer pues puede ocasionar rechazo, lo
importante es que se vaya creando el hábito de desayunar al
levantarse por la mañana.
Trucos
para que se coman la fruta
A pesar de la importancia de la ingesta de fruta, no todos los padres
están concienciados suficientemente, y muestra de ello es que muchos
de ellos tampoco toman todas las piezas de fruta que deberían. Esto
muchas veces se traduce en que los bebés muestran cierto rechazo a
comerla y a pesar de nuestros esfuerzos, no siempre lo conseguimos.
Por eso os indicamos una serie de consejos que pueden ayudar:
-Da ejemplo, como en casi todas las facetas de la educación del
hijo, el ejemplo es de gran ayuda.
-Que no te importe que jueguen con ella (en cierta medida y
dependiendo de la edad) puesto que de jugar a comérsela hay sólo un
paso.
-Puedes preparársela de formas divertidas, echándole imaginación:
un plátano delfín, una carita en el plato, un abanico de
mandarinas, un kiwi erizo... Sino sabes o no se te ocurren ideas en
internet puedes encontrar diversos manuales. Recuerda que tu hijo
también puede ayudarte con las preparaciones haciendo que comer
fruta sea hasta divertido.
-Siempre será más sencillo que se alimenten con zumos, así que no
desesperes sino consigues que se tome la pieza, se puede ir
acostumbrando al sabor por medio de zumos o batidos.
Un 40% de los lactantes
sufren cólicos lo que provoca gran sufrimiento y estrés al bebé y
a sus padres
Los
cólicos del lactante se dan lugar en los primeros meses de vida
teniendo como consecuencia un gran malestar para el bebé que no
cesará de llorar y mostrar gran irritabilidad especialmente durante
la tarde-noche y en muchas ocasiones se prolongará durante toda la
noche. Suelen mantener los puños cerrados y estar en posición fetal
(presionando las piernas contra el abdomen en un intento de mejorar
su molestia).
Ante
estos síntomas los padres suelen acudir al médico (cosa que siempre
se debe hacer) donde les indican que son cólicos del lactante y en
muchos casos no les recetarán nada por una combinación de corta
edad y síntomas que no son graves, aunque ocasionen muchas
molestias.
Los
cólicos se producen cuando se intenta hacer trabajar a un sistema
digestivo que aún no está maduro del todo, con pocos enzimas lo que
origina que lleguen al intestino alimentos que aún no están
descompuestos del todo provocando fermentación, gases y mala
movilidad. De esta manera los intestinos no trabajarán de forma
rítmica sino mediante espamos lo que provoca gran dolor.
Llegados
a este punto los padres pueden sentir frustración y cierta
culpabilidad al no conseguir que su recién nacido sienta alivio.
Esto unido a la falta de horas de sueño ocasionada por los cólicos
deriva en una situación muy angustiosa.
Hay
que recordar que no se está actuando mal ni son “malos padres” e
intentar realizar pequeñas prácticas que pueden provocar sensación
de alivio al bebé. Entre ellas están los masajes abdominales.
Su
pediatra le puede aconsejar cómo realizarlos y sino otra opción que
existe en la actualidad es acudir a centros de masajes especializados
donde le aplicarán técnicas de fisioterapia abdominal y osteopatía
craneal. El motivo de los masajes en el cráneo se debe a que una
posible causa de los cólicos sea un atrapamiento del nervio vago.
El
nervio vago es el encargado de controlar el aparato digestivo y si
está atrapado a su paso por un agujero que está en el cráneo por
debajo de la nuca (agujero rasgado posterior) no mandará la
información correcta para una adecuada digestión.
Estos
tratamientos son totalmente inocuos, no producen dolor y pueden
ayudar a que su bebé con cólicos de lactante pase ésta etapa, que
se soluciona por si sola según va creciendo, de una forma menos
traumática.
Consejos sencillos para
capturar esos momentos especiales
Muchos
padres se compran una cámara mejor con motivo del nacimiento de su
hijo y es que si bien es cierto que acumulamos momentos a lo largo de
toda nuestra vida, en esta etapa resulta mucho más evidente debido a
lo mucho que los queremos y sobre a lo rápido que crecen. Parece una
frase hecha, pero es cierto, crecen muy rápido, te parecerá mentira
por lo que no dudes en hacerle fotos para recordar cada etapa.
Habitualmente
las fotos espontáneas suelen ser las mejores porque captan la
realidad del momento, sin poses, no obstante, es muy difícil que
tengan la calidad apropiada, por lo que no debes agobiarte, en cuanto
te vea con la cámara cambiará de actividad y se perderá el
momento, no obstante, no dejes de intentar conseguirlas pues son
valiosas.
Si
lo que quieres es hacer fotos un poco más preparadas, con buen
fondo, buena iluminación... debes implicar a tu hijo, y para ello
hay dos cosas importantes: la primera, enséñale la cámara, que no
le parezca algo desconocido que no puede tocar (vigilalo de cerca
para no tener accidentes). La segunda, enséñale las fotos, le
parecerá muy divertido verse a sí mismo y en muchas ocasiones sólo
con eso ya tendrá interés en hacerse fotos.
Anímale
a que pose, como si de un juego se tratara, obtendrás expresiones
divertidas que darán muy buenos resultados haciendo de la fotografía
un hobby atractivo. Esto además, servirá para uniros un poco más.
Ponte
a su altura, le dará más cercanía a la foto y tu hijo tendrá las
proporciones adecuadas. Además, ayudará a tu hijo a que se lo tome
como un juego.
Usa
el zoom siempre que puedas, le dará más espacio para expresarse sin
notar cambios en ti cada vez que se mueva, por lo que se sentirá más
libre.
Dale
sus juguetes preferidos, procura que esté calentito y que se sienta
cómodo. Intenta que no haya ruidos ni elementos que le puedan
distraer de la actividad.
El
encuadre debe centrarse en tu hijo, no lo adornes con todo el espacio
a su alrededor, así los detalles de su expresión corporal
destacarán más.
Es
aconsejable utilizar ráfagas pues será inevitable que se mueva, y
así será más fácil que haya alguna toma que sea de tu agrado.
Para
que te mire simplemente háblale. Si le enseñas un juguete lo más
probable es que lo quiera, y se mueva hacia él o se queje porque no
se le das.
Utiliza
luz natural, siempre obtendrás colores y contrastes más bonitos y
fieles a la realidad. El mejor momento es a primera hora de la
mañana. Ponlo cerca de la ventana, evitando estar a contraluz. Si el
contraste es muy alto porque la intensidad de la luz es elevada, que
no le dé la luz directa. Si tiene que ser luz artificial, mejor la
luz cálida (amarilla). El flash es el último recurso, pero sino
tienes más remedio que usarlo, procura estar lejos para que no le
moleste demasiado el fogonazo, o asociará la cámara a algo que no
le gusta.
Ya
lo dicen los grandes directores, nunca trabajar ni con animales ni
con niños, y es que es difícil, pero si te armas de paciencia
obtendrás grandes fotos para conservar y poder recordar los mejores
momentos de la infancia de tu hijo.
La meningitis no es una
enfermedad común no obstante es muy temida por su virulencia y sus
consecuencias
¿Qué
es la meningitis?
Es una enfermedad infecciosa que se
produce cuando se inflaman las meninges. Las meninges son unas
membranas que protegen a nuestros sistema nervioso de cualquier
microorganismo dañino y están situadas bajo el cráneo y la columna
vertebral. Cuando uno de estos microorganismos es capaz de atravesar
las defensas las meninges se inflaman pudiendo poner en peligro la
vida, especialmente en los casos que afectan a niños.
Tipos de meningitis
La virulencia de la enfermedad
depende en gran parte del tipo de germen que la haya ocasionado, de
esta forma si distinguen los tipos de meningitis:
-Vírica: Es la más común y suele
resultar benigna, de hecho, gran parte de la población la ha
padecido sin ni siquiera ser consciente de ello. Normalmente se curan
solas sin trantamiento.
-Bacteriana: Existen poca cantidad
de bacterias capaces de ocasionar meningitis sin embargo son mucho
más dañinas que los virus.
-Meningococo: Afecta sobre todo a
adolescente y niños. Esta variedad es muy peligrosa debido a que no
sólo provoca meningitis sino otras enfermedades, algunas de ellas
como la sepsis meningocócica produce la muerte en cuestión de horas
al invadir el torrente sanguíneo.
-Haemphilus influanzae: Sólo
afecta a los niños pequeños, entre los 3 meses y los 5 años, pues
con el crecimiento, el organismo aprende a defenderse de él.
-Neumococo: Afecta a niños menos
de 2 años y puede dejar secuelas como sordera, otitis, neumonía,
sinusítis...
La gravedad de la meningitis reside
en la parte del cuerpo afectada, el sistema nervioso, provocando
daños irreparables.
Síntomas
Dolor intenso de cabeza, vómitos y
fiebre elevada. Estos siempre se producen y pueden ir acompañados
además de: sensibilidad a la luz y al ruido, dolor y rigidez en el
cuello, somnolencia, confusión, palidez, convulsiones, dolor en las
articulaciones
En el caso de ser provocada por
meningococo puede aparecer una erupción cutánea e incluso pequeñas
hemorragias bajo la piel.
Cuando hablamos de bebés es más
difícil su detección por presentar síntomas poco específicos. Por
ello no debemos dudar en acudir al médico si el niño presenta
fiebre superior a 38 grados, presenta un mal aspecto, tiene
respiración quejumbrosa, no come, se encuentra decaído o muestra un
rechazo exagerado a que lo manipulen.
Si el niño tienes menos de 20
meses puede verse a simple vista la inflamación a través de las
fontanelas (huecos en el cráneo del bebé que aún se está
soldando).
Para verificarlo se debe extraer
líquido cefalorraquídeo a través de una punción lumbar para su
análisis.
Contagio
Es bastante contagiosa,
especialmente si es de origen vírico. La trasmisión se produce
mediante la saliva, al hablar, toser, estornudar y besar.
Exite gran variedad de vacunas a
tenor de la variedad de tipos de meningitis, por lo que si estamos
vacunados, sólo lo estaremos para ese subtipo específico, no para
todas las variantes, no obstante, según aconseja la Asociación
Española de Pediatría, hay que vacunar a nuestros hijos.
Recordamos que no es una enfermedad
común y por ello no debemos alarmarnos ante la presencia de algún
síntoma. En su lugar, como siempre, acudiremos al centro de salud.
La nana de Brahms. Relájale y fomenta su inteligencia con música clásica suave
Ir al parque les aporta beneficios físicos, mentales y sociales
Con el buen tiempo vuelve el momento de llevar a nuestros hijos al parque un lugar lleno de diversión para ellos y que les aporta numerosos beneficios. Beneficios físicos: fortalecimiento de los músculos, aumento de la masa osea, desarrollo psicomotríz, refuerzo del sistema inmunológico... Mejora en las habilidades sociales, creativas y emocionales: cuando inventan un juego, hacen nuevos amigos, interactúan con niños de su edad, aprenden a conocer a nuevas personas... Como extra, pero no por ello menos importante, el ejercicio físico realizado por tu hijo le ayudará a conciliar el sueño antes y con más calidad, haciéndose imprescindible el realizar actividades deportivas en niños hiperactivos.
¿Cuando empezar a llevarlo? A partir de los 15-18 meses puedes comenzar a llevarlo ya que para entonces empiezan a tener autoconsciencia y se pone de manifiesto el llamado juego en paralelo, el cual consiste en que los niños quieren estar con otros niños para imitarles y aprender a la vez que juegan. Con 2 años empiezan a disfrutar del parque de una forma más completa puesto que pueden disfrutar de su autonomía motriz.
Si es posible procura que la hora sea más o menos la misma, reconocerá cuando es el momento de salir, ni antes ni después, y lo que puede ser más importante, asimilará con más facilidad cuando es hora de volver, lo que puede evitarte discusiones tontas, haciendo de esta actividad algo totalmente placentero para toda la familia. El tiempo recomendable es de una hora u hora y media. Si puede ser mejor todos los días. Todos estos factores facilitarán que haga nuevas amistades.
Tienes que tener en cuenta que los niños van al parque a jugar por lo que es muy comprensible que se manchen y por ello debes vestirles con ropa cómoda y práctica, como chandals, mallas, sudaderas sin capucha (por seguridad para evitar que se le enganche lastimándole el cuello) y zapatillas deportivas, mejor si son de velcro (con los lazos se puede tropezar y no podrá ponérselas él sólo).
La merienda Ir al parque está muy ligado a la merienda, no sólo porque puede comer con sus amigos lo que puede ayudarle si normalmente no come bien por medio de la imitación, sino porque el ejercicio físico inherente les abre el apetito. Esto lo puedes utilizar para comenzar o fomentar la ingesta de frutas, eso si, no debes olvidar que debe ser práctico, fácil de preparar y de comer para que el hecho de merendar no sea un impedimento para seguir jugando, puesto que de lo contrario puede causar rechazo. Otro alimentos ideales para la merienda suelen ser sándwich, galletas, algo de leche...
Intenta no abusar de los zumos preparados o asegúrate de que no contienen azúcares añadidos que además de no ser parte de una alimentación sana, les pueden ocasionar problemas dentales, puesto que al no poderse lavar los dientes pasan mucho tiempo con esas concentraciones de azúcar en la boca.
No olvides llevarte agua, especialmente en verano, para que permanezcan hidratados correctamente.
Qué necesito Además de lo ya mencionado puede ser útil: -una muda por si tiene un pequeño accidente y no avisa de que quiere ir al baño. -un abrigo por si refresca. Si hay una pequeña posibilidad de que llueva algo que le proteja, desde chusvaquero a paraguas, pero es muy importante que no se moje para evitar resfriados. -crema solar sobre todo en verano. -su juguete preferido, no sólo porque siempre lo quiere, sino porque puede aprender a compartir con sus amigos. -toallitas húmedas, son fundamentales para las manos, que siempre acaban en la boca.
Parques seguros Depende de las zonas los parques suelen ser bastantes seguros, aunque hay diferencias, siendo Galicia y Andalucía las únicas que han regulado por ley la seguridad en los parques infantiles. No obstante, hay unas normas generales que nos pueden ayudar a decidir: -Deben situarse a 30 metros o más del tráfico rodado. -Deben disponer de vayas con cierres complicados para los más pequeños. -Todos los elementos deben ser de madera o plástico teniendo especial atención a todas las esquinas y tornillos que nunca deben estar visibles. -El suelo debe ser de caucho o similar para que las caídas no ocasionen grandes problemas. -Debe indicar la edad adecuada de las instalaciones. -Por supuesto, debe estar limpio y en buen estado de conservación.
Por último, no olvides que la mejor medida de seguridad eres tú, no dejes de vigilarlo y podrás disfrutar en familia del parque.
Entretenimiento antes de dormir, convénceles de que es hora de dormir
Indicamos
un método eficaz y sencillo para establecer límites a nuestros
hijos.
En
el artículo anterior Poner
límites es fundamental para los niños desarrollamos la
importancia y las consecuencias negativas en la educación y
desarrollo de nuestros hijos de la ausencia de límites. También
comentamos que la existencia de limitaciones promueve la asimilación
de dos pilares básicos de la educación infantil:
-A
veces no se consigue lo que se quiere en cuanto se desea.
-Los
malos comportamientos o decisiones tienen consecuencias negativas.
Una
vez comprendido esto debemos decidir cómo vamos a establecer esos
límites, si indicándoselos en todo momento cada vez que sea
necesario (lo que pierde fuerza) o con algún otro método.
Aquí
usaremos una pizarra, papel o similar, colocado en un lugar visible
de la casa (y si puede ser a la que no tenga alcance directo para
evitar la tentación del menor de manipularla) dividida en dos
partes: una con un recuento de las veces que queremos recompensarle y
otra con un recuento de las veces en las que no nos ha gustado su
comportamiento. La primera parte fomenta el primer pilar puesto que
el niño observa que con buenas acciones y paciencia puede obtener un
premio (no hace falta que sea material, puede ser ponerse a jugar con
algo que le gusta mucho, ir a algún sitio, una comida que le
gusta... de hecho es recomendable que el tipo de recompensa varíe
para no asociar que sólo consigue ese tipo de premio sino que en
general obtendrá una recompensa, evitando los premios materiales en
la medida de lo posible).
De
esta forma tenderá a huir de la impaciencia y le enseñaremos a
manejar la frustración por no conseguir lo que quiere en cuanto lo
quiere mostrándole que el esfuerzo y la constancia forman un mejor
camino que la autocomplaciencia instantánea de “quiero esto
ahora”.
Para
ello en ocasiones le diremos que ocurrirá cuando acumule determinado
número de acciones positivas, cuál será el premio, mostrándole
una meta a largo plazo. El número de acciones positivas es
aconsejable establecerlo conjuntamente, haciéndole partícipe del
método, lo que fomentará su aceptación. Podemos fijar el número
haciendo que siempre sea el mismo o podemos variarlo en función del
premio que le vamos a dar. Se puede ir aumentando el número para
espaciar en el tiempo la entrega de recompensas hasta que al final no
sean necesarias, pero esto debe hacerse muy lentamente, sino es mejor
mantenerlo fijo, puesto que de lo contrario se podrían fijar unos
objetivos demasiado ambiciosos lo que provocaría el rechazo del
sistema.
No
siempre le diremos cuál será el premio, muchas veces porque no se
nos ocurrirá qué premio darle y otras para que no asimile que
siempre consigue lo que quiere de esa forma, provocando que se centre
demasiado en eso sin importarle cómo conseguirlo. Es decir, se le
enseña a que siempre hay que comportarse cómo nosotros consideramos
que es correcto, aunque no haya premio o lo desconozca. Esto es más
difícil de asimilar para los más pequeños así que si nos insiste
en saber de antemano cuál será el premio debemos decirselo, a
medida que vaya creciendo no nos lo pedirá y por supuesto también
dejará de ser necesaria la pizarra.
La
otra mitad, claramente, fomenta la idea de que los malos
comportamientos provocan consecuencias negativas en forma de castigo.
Entiéndase castigo en su concepto más amplio, una repercusión por
sus acciones, no va al parque a jugar, no ve la tele (muy útil pues
en general están delante del televisor demasiado tiempo) no puede
jugar con nuestro móvil (en general desaconsejamos dejárselo y si
lo hacemos, siempre delante nuestro para controlar el tiempo y
también muy importante qué hace con él puesto que hay infinidad de
contenido que no es apto) le quitamos un juguete... cada padre o
madre sabrá mejor cuál es la consecuencia que debe tener un
reiterado mal comportamiento.
Esto
no quiere decir que no podamos reprimirle en el momento que hace algo
mal puesto que no ha acumulado suficientes acciones negativas, al
contrario, puesto que podría entrar en el juego de saber que no va a
pasar nada hasta que llegue a determinado número, volviéndose en
contra el método puesto que le enseñaríamos que, en ocasiones, las
malas acciones no tienen consecuencias negativas. Siempre hay que
regañarle por lo que ha hecho mal pero controlando la intensidad
puesto que podría provocar un rechazo a las normas y a los padres en
general en caso de intensidad excesiva. Es mejor quedarse por debajo
que sobrepasarse, no obstante si acumula muchas las consecuencias
deben ser más graves para él, puesto que sino no aprende nada de
esa situación.
El
castigo es mejor si es inmediato, es decir, si está viendo la tele,
se le apaga, si está jugando con un juguete se le quita... ya que
tienen en este aspecto mala memoria y si les dices mañana no saldrás
al parque en ese momento le dará igual (perdiendo la eficacia del
castigo, puesto que hay una consecuencia pero no la percibe) y cuando
llegue el día siguiente es muy posible que ni siquiera recuerde qué
es lo que hizo mal para merecer ese castigo (por lo que le estaríamos
castigando por nada según su punto de vista haciendo que las normas
y la autoridad carezcan de sentido y parezca todo arbitrario).
Cómo
el objetivo es doble, queremos muchas acciones buenas y ninguna mala,
podemos establecer un reto doble, por ejemplo, si consigue
determinado número de acciones buenas y ninguna mala premio doble o
mayor, puesto que sino la importancia de la existencia de malas
conductas en presencia de otras buenas disminuye mucho haciendo más
débil el mensaje que queremos transmitirle: ninguna acción mala
como meta (obviamente son niños y alguna harán).
La
edad en la que se puede utilizar este método varía según el
desarrollo de cada bebé, pero cuando es plenamente consciente, puede
interpretar perfectamente nuestras ideas y él expresar las suyas, ya
se puede emplear. Suele variar entre los 3 y los 4 años, pero si es
necesario se puede emplear en edades más avanzadas, no obstante,
conforme sean mayores normalmente, será más difícil de establecer.
Su
uso se puede extender todo el tiempo necesario, hasta que ya
consideremos que es prescindible, pero mejor hacerlo de una manera
progresiva, estableciendo retos más ambiciosos aunque siempre
alcanzables. Lo ideal sería dejar este método con un gran reto que
además del premio ponga fin a la existencia del sistema de la
pizarra comunicándole esto con antelación.
Este
método es sólo un ejemplo, se puede usar una variante de él u otro
completamente distinto, lo importante, como siempre, es mirar a largo
plazo y establecer normas y límites para que nuestros hijos crezcan
equilibrados y felices.
Vídeo de Bebes Dormilones, una buena opción para que sueñen
Esto es algo que
de forma casi instintiva, todos los padres saben, sin embargo, puede
ser difícil llevarlo a cabo.
Cada vez se
presentan más casos en los que los padres son acosados por las
exigencias de sus hijos, han perdido todo el control sobre la
situación y no saben cómo abordar el problema. En muchas ocasiones
la resolución de este tipo de problema con los hijos (prácticamente
en todos) suele ser complicada y frecuentemente se necesita la ayuda
de profesionales.
Lo que hay que
recordar es que casi siempre esta actitud del menor se debe a una
mala educación por parte de su entorno familiar,
permitiéndole, desde la más temprana edad, conseguir todos sus
caprichos. Por ello es muy importante establecer limitaciones entre
lo que pueden o no pueden hacer nuestros hijos, antes de que pueda
suponer un problema serio.
La educación debe
comenzar desde que tienen uso de razón, desde bebés (por supuesto,
que puedan hablar y entendernos, sino es imposible, claro está)
porque, cómo cualquier otro hábito, es más difícil modificar la
conducta cuanto más tiempo pasa. Por supuesto, no utilizaremos la
misma inflexión, expresión corporal ni severidad cuando es más
pequeño. Con suerte, si se usa bien, nunca debemos aumentar el grado
de la imposición de límites puesto que el niño se acostumbrará a
su existencia y no se planteará rebatirlos.
Es normal que a la
hora de establecer los límites te surjan dudas sobre si realmente
era necesario, si hemos actuado bien, si hemos tomado la mejor
decisión... Forma parte de la lucha interior que mantienen los
padres entre la parte racional de nuestro cerebro que nos dice que
esa decisión que hemos tomado es lo mejor para él y la parte
emocional que quiere verle feliz ahora. Si lo pensamos desde otro
punto de vista, es la encrucijada entre obtener una recompensa a
largo plazo (nuestro hijo será equilibrado y feliz) o
conseguirla de forma inmediata (nuestro hijo se sale con la suya y en
ese momento es feliz pero a la larga puede tener graves consecuencias
tanto para él como para la familia).
En el caso de la
educación de los padres a los hijos, siempre debemos pensar a largo
plazo, puesto que la verdadera educación se realiza con constancia
no con cortos consejos o lecciones que se acaban olvidando.
Establecer
limitaciones a nuestros bebés por supuesto no quiere decir que nos
enfademos, ni mucho menos que les gritemos (de hecho esto podría
provocar un rechazo precisamente de lo que queremos enseñarle)
tenemos que explicarles qué deben hacer por su bien, por qué
se pueden hacer daño, por qué no está bien visto en la sociedad...
el motivo correspondiente, pero siempre hay que facilitarle una
causa. Esto les ayuda a comprender el mensaje que les queremos dar
puesto que a medida que crecen, por naturaleza, son cada vez más
curiosos, y si les establecemos límites injustificados pierden valor
e importancia en la mente del niño. En algunas ocasiones la
explicación es demasiado compleja como para que puedan entenderlo
(por mucho que te esfuerces en simplificarlo); da igual, dásela,
aunque no la entienda, observará que hay un motivo y muchas
veces simplemente con eso les valdrá para retenerlo y asimilarlo en
su conducta, ya lo entenderá cuando crezca un poco.
Las consecuencias
de la ausencia de límites para los niños, además de las antes
mencionadas, pueden ser: falta de control (puesto que han comprobado
que no es necesario para conseguir lo que quieren), impulsividad
desmedida e impaciencia(no saben mirar a largo plazo), intolerancia a
la frustración (siempre consiguen lo que quieren), no cumplen las
normas y sienten que deben tener privilegios (porque sabe que los
demás tienen límites pero él no), suelen ser manipuladores
haciendo que los demás se sientan mal para conseguir lo que quieren
siendo impertinentes (es lo primero que aprenden cuando no hay
límites), no se esfuerzan, son poco colaborativos... Todo esto junto
puede hacer, además, que sean agresivos.
Los principales
valores que se aprenden con la existencia de límites son dos:
-Se enseña que a
veces no se consigue lo que se quiere en cuanto se desea. Esto mejora
su constancia, buena conducta, su paciencia, su empatía, la
complicidad con los padres, su autocontrol, la necesidad del
esfuerzo, su capacidad colaborativa...
-Se enseña que
malos comportamientos o decisiones tienen consecuencias negativas,
las cuales hay que aceptar, asumir y corregir. De esta forma mejora
la capacidad de autocrítica, la capacidad de analizar nuestro propio
comportamiento, nuestro afán de mejora constante, también mejora la
empatía y el sentimiento de que se necesita justicia en nuestra
sociedad.
Este último valor
es el que tradicionalmente se tiene más olvidado, y sólo tenemos
que mirar nuestro propio comportamiento y es que muchos asumiremos
que ante una crítica, que puede ser constructiva y objetivamente
hablando real, nosotros tendemos a enrrocarnos en nuestra posición,
sin dar nuestro brazo a torcer. Somos poco capaces, en líneas
generales, de asumir nuestra culpa y pedir perdón. De ahí el auge
en redes sociales de los llamados haters, en algunas ocasiones
existen porque saben que nos vamos a pedir disculpas por un mal
comportamiento y vamos a discutir, que es lo que realmente quieren.
En otros casos simplemente no se entiende el por qué de estos
individuos.
No debemos ceder
antes los chantajes del tipo que sean (emocionales, de mal
comportamiento...) en ninguna circunstancia ni lugar. El ejemplo
claro lo encontramos en los niños que se portan peor cuando hay
público porque saben que nos avergonzamos de su mal comportamiento
consiguiendo lo que quieren. Es difícil luchar contra ese
sentimiento de vergüenza, pero una vez más, debemos pensar a largo
plazo, ¿queremos un niño que una vez se comportó mal en público y
que tiempo después no nos acordaremos que pasó? ¿o un niño que
siempre se comporta mal en público porque no supimos establecer
límites en su momento? De esto último siempre nos acordaríamos y
lamentaríamos.
Por ello hay que
evitar siempre el refuerzo negativo, es decir, recompensar de manera
indirecta, facilitandole al niño lo que desea para que deje de
comportarse mal. Evidentemente, si lo pensamos, nosotros no queremos
recompensar las malas acciones, pero es el mensaje que se le queda
grabado al pequeño: si quiero algo y no me lo dan, me comporto mal y
entonces me lo dan para que deje de comportarme así.
En vez de eso,
deberíamos mantenernos en nuestra postura negándole lo que
estimamos oportuno siempre razonando el por qué de nuestra decisión.
Si el motivo es un mal comportamiento previo, automáticamente le
estás enseñando que comportarse mal tiene consecuencias negativas.
Pasado un tiempo
(otro día por ejemplo, no dejando pasar mucho tiempo para que
recuerde el mensaje que le queremos transmitir) cuando se comporte
bien, quizás podemos recompensarle con lo que le negamos el día
anterior. De esta forma asume que la mejor forma de conseguir lo que
quiere es siguiendo las reglas. Portarse bien tiene consecuencias
positivas. Esto sería educar con refuerzo positivo.
Les transmitimos
las nociones básicas del bien y el mal, conceptos muy complejos
simplificados para que los entiendan nuestros hijos.
En resumen, los
padres deben enseñar qué es lo correcto, a aceptar la
negativa ante algo deseado, a ser pacientes y lo que es el
sentimiento de frustración dándole recursos con los que hacerle
frente, porque para que un niño cuando sea adulto pueda seguir su
propio camino, estableciendo sus propias reglas, antes debe haber
conocido las limitaciones puestas desde fuera, por sus padres.
Muchas
veces no podemos evitar ponernos nerviosos cuando no obedecen.
Siguiendo estos pasos conseguiremos que hagan más caso consiguiendo
de esta forma un mejor ambiente familiar
1. Seguramente
muchas veces hayas oido lo de educar con refuerzo positivo, ¿pero en
qué consiste? Casi de forma natural vamos educando a nuestros hijos
en negativo, esto es porque cuando son muy muy pequeños apenas
comprenden nuestras palabras y para evitar situaciones de riesgo o
peligro utilizamos una sencilla y corta palabra: No. Esto cuando son
pequeños no es malo puesto que es una sencilla y directa instrucción
que puede paralizar la acción indeseada ayudando a mantenerle a
salvo.
No
obstante, a medida que vaya creciendo e interprete mejor frases más
complejas, debemos ir desterrando ese simple no y utilizar el
refuerzo positivo. Esto se debe a que podemos decir una enorme
cantidad de veces a lo largo del día esa misma palabra (puedes hacer
la prueba y te asombrarás) hasta 80 veces perdiendo de esta forma
totalmente su efecto disuasorio y provocando una cierta inmunidad
puesto que no surte ningún efecto. Si empiezas a percibir que ese No
le entra por un oído y le sale por otro, ha llegado el momento,
debes cambiar al refuerzo positivo.
Los
psicólogos nos demuestran que el refuerzo positivo es más
beneficioso y útil. Para ello cambiaríamos el mensaje de “No
pegues a tu hermana” por “Trata bien a tu hermana”, “No cojas
eso” por “Coge esto otro” o “No veas la televisión” por
“¿Leemos un rato?
2. Perder
la paciencia es sencillamente demasiado fácil, y lo peor es que
nuestros hijos son sumamente observadores y se ven que nos molestan
ciertas actitudes, no dudarán en fomentarlas cuando no consigan lo
que desean provocando que hagan más veces aquello que tanto nos
molestó que hicieran. Como se puede apreciar es sumamente nocivo.
Por ello debemos controlar nuestras emociones todo lo que podamos
cuando estemos enfadados por algo que han hecho o dicho, usando la
firmeza justa y mostrándose sosegado y calmado, lo que ayudará a
que no hagan esa acción por despecho hacia vosotros, pues observan
que no tiene ningún efecto en nuestro ánimo (en apariencia claro).
Esto, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo, pero con
práctica y determinación tendremos la suficiente destreza para
lidiar con estas situaciones.
3. Sin
darnos cuenta damos instrucciones demasiado ambiguas, vagas o
incluso contradictorias. Como por ejemplo: “pórtate bien”
“tienes que ser bueno”. Órdenes tan sencillas que no aportan
ningún tipo de información de cómo tienen que actuar ni por qué.
Este último punto es importante, a medida de que crezcan, las
órdenes nuevas pedirán que las argumentemos, no valdrá con
enunciarlas, querrán saber por qué. Este paso es natural y no
debemos tomarlo como un reto, sino como un intento por parte de
nuestros hijos por comprendernos y saber cómo funciona el mundo.
Debemos
por ello procurar ser más específicos, concisos, aclarando lo que
esperamos de ellos y por qué. Como ejemplos: “En la biblioteca hay
que hablar bajito porque la gente está leyendo” o “Tenemos que
hacer la fila para poder entrar porque sino sería muy complicado
entrar todos a la vez”. Recordar que la argumentación sólo es
necesaria para instrucciones nuevas, sino si que podría ser un
intento de sacar de quicio. Hay que evitar por completo frases como
“Porque yo lo digo” proporciona un aire de autoritarismo muy
dañino y favorece que el niño entienda que la inflexión y cierta
cabezonería son buenas formas de actuar.
4. Por
último está el detalle que muchas veces los padres olvidan:
debemos ser ejemplificantes. En muchas ocasiones los padres se
quejan de la actitud de su hijo cuando realmente ellos mismos se
comportan igual aunque a otra escala y aunque es natural que
queramos que nuestros hijos sean mejores que nosotros, es muy
difícil que la actitud de nuestros hijos sea diferente de la
nuestra, por lo que debemos ser todo lo que queremos que sean,
bondadosos, generosos, ordenados, obedientes...
Mucho
ánimo con esa educación!
Duerme a tu bebé con música clásica y desarrolla su inteligencia mientras duerme
A
medida que nuestros bebés van dejando de serlo, buscan más excusas
para no ir a la cama
Es
una realidad que conforme nuestro hijo va adoptando más capacidad de
autogestión y decisión pueda hacerse cada vez más difícil
convencerle de que ya es hora de acostarse. Esto, en ciertos casos,
puede convertirse en un verdadero problema y fuente de constantes
tensiones.
Para
evitarlo en la medida de lo posible os facilitamos los siguientes
consejos:
-Crear
una rutina horaria es fundamental, puesto que de pequeños aún no la
tienen asimilada y sin darnos cuenta con nuestros ajetreados día a
día podemos influir negativamente. Especialmente útil e importante
es esta cuestión cuando empiezan a ir al colegio, puesto que ello
provocará que, independientemente de cómo hayan descansado esa
noche, se vayan a tener que levantar temprano. Esto puede suponer un
cambio relevante debido a que antes de esa etapa se suelen despertar
en muchos casos, cuando ya no tienen más sueño.
Mantén,
en la medida de lo posible, la hora de irse a dormir, lo que ayudará
a programar el metabolismo de nuestros hijos y que sientan sensación
de cansancio a la hora que estimamos oportuna, y no sólo eso, sino
que de esta forma también influiremos en la sensación de descanso
por la mañana aunque, por supuesto, para conseguir esto último
deberán levantarse siempre a la misma hora, ya sea día lectivo o
no.
-Para
evitar riñas innecesarias puedes utilizar la fórmula por la cual le
preguntas si ya se quiere ir a dormir, ante lo cual normalmente te
dirá que no, y tú de forma magnánima le podrás decir, venga vale,
5 minutos más, creando una complicidad y una falsa sensación en el
niño de que se ha salido con la suya, al menos en parte. De esta
forma no se volverá contra ti y no parecerá una decisión de los
padres, sino más bien, un acuerdo en el que él ha formado parte.
Eso sí, para que este sistema funcione es imprescindible que esos 5
minutos no sean prorrogables, lo que si puedes hacer es adaptar el
tiempo según veas el momento más adecuado y decir siempre que son 5
minutos. Esto lo podrás seguir adaptando siempre y cuando no sea tan
consciente del paso del tiempo.
-Ves
bajando la intensidad del ritmo de tu hijo conforme se vaya acercando
la hora de acostarse. Es un error muy frecuente usar los juegos en la
cama como aliciente para que se quieran ir a dormir, puesto que
efectivamente les incita a ir a la cama, pero no para dormir, se
aceleran mucho y no pueden conciliar el sueño. No obstante, si esta
técnica funciona, puedes seguir utilizándola, cada niño es
diferente, sin embargo, es más habitual que acciones como bañarles,
escuchar música o vídeos relajantes, leerles un cuento... ayuden a
que se duerman antes y que la calidad del sueño sea mejor.
-A
medida que crecen van reclamando de forma directa o indirecta, cada
vez más autonomía y capacidad de decisión y así como la hora no
la pueden elegir, si es bueno que les permitas cierto grado de
decisión en la rutina que estés creando, como qué cuento leer, con
qué muñeco dormir o qué música relajante quieren escuchar. De
esta manera, al participar ellos en cierta forma, tendrán más ganas
de cumplir la rutina.
-Intenta
establecer elementos ambientales que ayuden a diferenciar entre el
día y la noche, es decir, entre el periodo en el que deben estar
despiertos y el periodo en el que se debe dormir. Ejemplo de ello
puede ser la cantidad o intensidad de las luces (puedes usar incluso
una lamparilla de noche que se mantendrá toda la noche encendida),
el nivel sonoro de la casa (apagando televisión y bajando el volumen
de la voz), aumentar ligeramente el calor de la habitación donde va
a dormir nuestro bebé...
-Intenta
utilizar la misma frase de despedida para darle las buenas noches, de
esta forma esta sentencia indicará que ya no se puede prorrogar más
el tiempo de dormir y que debe comenzar el descanso. Si practicas el
colecho o le acompañas en su habitación o cama mientras se duerme,
desde el momento en el que pronuncias la frase ya no se debe hablar
más (salvo emergencias claro) hazte el dormido si es necesario para
que comprenda que ha llegado el momento de dormir.
Nunca
es fácil ni rápido instaurar una rutina, por lo que hazlo de forma
gradual, pero eso sí, continuada y manteniendote firme, sólo de
esta forma conseguirás un descanso profundo y sin enfados para tu
hijo. Buenas noches!
Duerme a tu bebé con vídeos relajantes de Bebés Dormilones
Aunque
es mucho más frecuente que se den casos de deshidratación en verano
debido al calor y la sequedad en el ambiente, también se producen
bastantes casos en invierno pero a causa de otros motivos,
evidentemente. La principal causa está relacionada con la bajada
generalizada de temperaturas, lo que suele generar, sobre todo en los
más pequeños, cuadros de catarro común o gripe. Es bien sabido que
en estos casos es muy recomendable tomar grandes cantidades de agua
no sólo porque es beneficioso para recuperarnos antes sino porque
ayudamos a nuestros riñones a filtrar mejor todos los restos de
medicamentos que normalmente se ingieren con estos cuadros clínicos.
No
obstante, los niños pequeños y bebés suelen mostrarse reacios a
beber, e incluso beben menos cantidad de la habitual cuando
precisamente deberían hacer lo contrario. Los principales motivos
son las bajas temperaturas que mitigan la sensación de querer beber
por calor o sequedad y el dolor que suelen tener al tragar cualquier
alimento debido a una inflamación en la garganta por mucosidad
abundante.
Por
eso debemos estar pendientes de los signos que muestran
deshidratación en nuestros bebés:
-La boca está seca,
labios secos y ausencia de babas.
-En
los lactantes que tienen aún la fontanela abierta, cuando el niño
se encuentra tumbado, la tienen más hundida, es un signo de que
faltan líquidos en el cuerpo.
-Ojeras,
por supuesto, si ha dormido mal, por ejemplo debido a la tos, es
normal que tenga ojeras.
-El
niño está decaído y pálido. Esto también puede ser debido a la
fiebre. Tómele la temperatura para asegurarse.
-Si
le apretamos ligeramente las uñas y soltamos el lecho de la uña
queda pálido pero debe recuperar su color normal rápidamente, si
tarda más de 3 segundos nos indica que el riego de sangre es escaso,
esto ocurre en la deshidratación, pero también en otras ocasiones
(fiebre y anemia).
-Menos
cantidad de orina de la habitual.
-Sus
lloros presentan pocas lágrimas.
Para
evitarlo sólo existe el control por parte del adulto para
incitarle a que beba agua. En el caso de que se presente diarrea
debido a la enfermedad se puede seguir esta dieta astringente
ya que la diarrea y los vómitos son grandes causantes de
deshidratación:
-Evitar
las grasas, que son alimentos irritantes para el estómago, como por
ejemplo los fritos, la bollería, los embutidos o los quesos curados.
-Comer
más veces al día pero menos cantidad en cada toma.
-No
insistir en que el niño coma si tiene nauseas.
-Se
pueden tomar sueros de rehidratación, en pequeñas cantidades y con
gran frecuencia para que los toleren bien. No sirve solo agua y
manzanillas pues no aportan las sales que se pierden con los vómitos.
En
los últimos años los laboratorios han hecho un esfuerzo por
adaptarse a los gustos de los niños y actualmente se venden en
múltiples sabores y si se toman frescos mejoran su sabor (nunca
fríos si hay irritación en la garganta).
Las
bebidas que se recomiendan para después de hacer deporte no sirven,
pueden incluso ser peligrosas, pues los suplementos que aportan no
son los adecuados, ni se ajustan a las pérdidas que se producen por
los vómitos, además, no están pensadas para los más pequeños.
Vídeo de la Patrulla Canina para tu hij@ hecho con juguetes. Le encantará